jueves, 26 de febrero de 2009

Gossip Girl

Hay días en que una se levanta deseando ser Serena Van Der Woodsen. El cuerpo perfecto, la incontrolable melena rubia, la vida de fiesta en fiesta, las borracheras interminables sólo interrumpidas por las resacas; vida de palacios y vestidos espectaculares, de jets privados y limousines. ¿A quién le importa si todas las demás andan por ahí manipulando esos infernales aparatitos para husmear un poco más en tu no tan privada vida privada? A mí no me importaría eso siendo Serena Van Der Woodsen. ¿Me importaría ser la hija de una madre que tiene más tiempo para acostarse con un billonario tras otro que para ocuparse de mi juerga descontrolada? No lo sé, pero en este momento preciso no me incomodaría mucho.
Es frase trillada decir que el dinero no hace a la felicidad, y chiste gastado decir que si bien el dinero no hace a la felicidad, produce una sensación muy parecida.
Yo no me quejaría demasiado con la belleza, la vida desenfrenada y la luz eclipsante que irradia Serena Van Der Woodsen; sólo que a diferencia de S, me volvería loca por Chuck.

Quien no quiera ser Serena, que tire la primera piedra.

XOXO



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